TORMENTERO, DIRIGIDA POR RUBÉN IMAZ

Jose Carlos Ruiz, figura icónica de las pantallas mexicanas da vida a Romero Kantun, hombre que abstrae en su historia, en su pasado y presente, los destinos del “Proyecto Mexicano”. Don Rome, como lo conocen en la zona, pescador en retiro, encontró en otro tiempo un yacimiento petrolero, que acabo por completo con la pesca de la zona. Ahora, en el ¿presente?, del filme, todo es infamia.
En perpetuo estado alcoholizado y víctima de la esquizofrenia, es un ser transitorio de un espacio atemporal y es que Rubén Imaz coloca a su personaje y al espectador en las brechas de la memoria, donde convergen tiempos, en medio de delirios Lynchianos e influencias PedroCostianas, donde los demonios del pasado emergen de maneras físicas icónicas de fácil reconocimiento pero también como una perspectiva atmosférica, en una figura amenazante fuera de campo, intangible visualmente pero que sensorialmente permea todo el filme de principio a fin, invisible y siempre al acecho más jamás presente.
Es esta la herramienta de Tormentero para hacernos partícipe del dolor, la pena, el temor, ausencia y locura de Don Rome, un no ser en un no lugar, ya más una pena encarnada, transitoris, anacrónica. Una figura que fue de Mesías a verdugo, de solución a problema. De eterna promesa a perpetua dolencia. Una victima enclaustrada en su pasado, en su propia historia, con arquetipo de figura bíblica a la que las penas se le fueron otorgadas como gracias.
Don Rome e Imaz nos hablan de un México en añoranza eterna de un prometido y ausente esplendor, de una nación pérdida a la que solo le queda refugiarse en la búsqueda de un mejor recuerdo, un camino cuyo destino fue la perdición y la locura del hoy.
por Pedro Emilio Segura.